LA PERSONA ¿CUÁL ES TU CRITERIO SOBRE PERSONA?



Gambusino es el término utilizado para describir a los buscadores de oro. Muy pocos de estos hicieron fortuna debido principalmente a la falta de pericia o conocimiento para dedicarse a tan arduo oficio, no desarrollaron la virtud necesaria para ello. El ser humano es buscador de muchas cosas, pero existe una búsqueda que es universal, que es una tendencia, una tensión permanente. Todo ser humano tiene el potencial para generar los hábitos que le son necesarios y comunes a todos para sobrevivir, entenderse, entender a los demás y actuar en consecuencia, a estos hábitos se les llaman virtudes humanas y de muchas maneras es una capacitación en saber ser según indica nuestra naturaleza. Así que a cada uno conviene desarrollar estas virtudes y la sociedad anhela que todos las desarrollen.


También se tiene potencial para generar virtudes en el arte u oficio que se desempeñe, esas que cada uno requiere en la familia y el trabajo: decimos, por ejemplo, que esa violinista es una virtuosa; y también es virtuoso aquel joven que quiere y sabe arreglar su cama cada mañana, así como el trabajador que hace su labor con alegría y acierto. Considero entonces que el humano es un ser buscador de virtudes y que bien resultaría que alcanzáramos pericia para lograrlo. Es el individuo, único e irrepetible, que se vale de ser libre e inteligente para mover su voluntad hacia el bien que le corresponde hasta generar un hábito operativo bueno, que es como se define la virtud, contraria al vicio.


Algo conviene aclarar sobre la búsqueda de virtudes y es que este no es el fin de nuestra existencia, o sea, no es que vivamos simplemente para ser virtuosos como objetivo final, sino que queremos ser virtuosos para poder alcanzar el fin último de nuestra vida que es ser felices. Recuerdo que muchos años estuve buscando la mejor manera de entender y expresar lo que era la felicidad o lo que era ser feliz. Estaba en esa búsqueda cuando en un Congreso de Familia escuche decir a ese gran pensador y formador, David Isaacs, que “la felicidad es el estado de plenitud que nos embarga cuando contemplamos el bien”. Claro, es precisamente lo que se percibe cuando legítima y sinceramente decimos “estoy feliz“. Razón le cabe a quién piense que en la sociedad actual poca felicidad existe, no parece que estemos atentos a los bienes más nobles y legítimos sino que estamos distraídos con bienes menores o no legítimos y con los bienes materiales.


Como vemos, la condición de persona se explica en que fue dotado con elevadas y específicas cualidades, tales como libertad, inteligencia y voluntad. Ningún otro ser creado cuenta con estas cualidades y por eso el ser humano es el que tiene la responsabilidad de acrecentar y preservar todos los otros seres creados, Dios le capacitó y confía: dijoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla...», Génesis 1,28. Con la inteligencia, el ser humano está capacitado para descubrir la verdad, tal potencia tiene ese propósito; con el inmenso don de la libertad queda a su propio albedrío decidir qué hacer con la verdad, evitando desvíos amarla y hacerla resplandecer simplemente porque “le da la gana”; y con la voluntad, la otra potencia humana, encaminarse al bien, el cual es su propósito. Pero la imperfección humana puede, por falta de virtudes como humildad, prudencia, justicia, templanza y fortaleza, llevarnos a confusión en el accionar de esta magnífica realidad y dar al traste con su hermoso y potente propósito, y de hecho lo hacemos con demasiada frecuencia. 


En concreto, el humano es un ser creado con la cualidad de persona, es decir, capaz de desarrollar virtud para buscar felicidad y, por supuesto, buscar la mayor felicidad que es Dios porque el humano es su imagen y semejanza, así que puede asumir que su vida tiene un sentido último y empeñarse en alcanzarlo. Como vemos, la noción de persona involucra otros términos importantes: inteligencia, libertad, voluntad, los que debemos tener claros para llegar a reconocernos en nuestra verdadera identidad y también involucra que el género homo, con sus dos únicos sexos, masculino y femenino, hombre y mujer, no se define desde una organización taxonómica que sólo es una clasificación para ordenar algunas ideas en relación con un ser trascendente como es la persona, que se reconoce con implicaciones que están más allá de sí misma y cuyo destino es eterno. Por eso los padres no solo crian sino que educan y un trabajador no sólo produce sino que hasta puede santificarse con el trabajo. Y en lo expuesto falta exponer otra cualidad, la mayor de todas, la persona es capaz de amar, de hacer, de donarse en beneficio de otro.


Espero que luego de este intercambio de pareceres desde lo escrito, se pueda tener mayor conciencia de lo importante que son los criterios para nuestro destino y que el criterio que tengamos sobre la persona resulta por demás determinante para la calidad de nuestras relaciones con nosotros mismos y con los demás, tanto para el éxito en el trabajo como en la educación familiar, así como con los amigos. Sabemos que aquel que está allá luchando por cumplir con su responsabilidad atendiendo una tarea no es un recurso, es una persona.



Ángel Montiel Cristalino

crescacoach@gmail.com

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