LOS CRITERIOS EN EL TRABAJO - QUÉ ES EL BIEN II
LOS CRITERIOS EN EL TRABAJO - QUÉ ES EL BIEN II
Ya he escrito sobre el bien en otro ensayo subido a mi blog. Pero ahora sigamos profundizando desde el vital y dinamizante tema de los criterios en el trabajo, teniendo como base el verso de Henley que venimos detallando y que utilizaremos un rato más en venideros ensayos sobre criterios: “Soy el amo de mi destino. Soy el capitán de mi alma”. Los criterios son vitales porque conforman parte importante de lo que somos; son dinamizantes porque acrecientan la vida… o la merman. Si, en efecto, soy el amo de mi destino parece necesario conocer cuál es ese destino; y, si soy el capitán de mi alma, debería entender que debo llevar el barco de mi vida a buen puerto, vale decir, al puerto que me llama. En definitiva, se trata de reconocer cuál es el sentido que tiene mi vida, digamos, en el trabajo, y los criterios vienen siendo parte de esas luces que marcan el camino; si los criterios son humanizantes, correctos, llegaremos al puerto que nos corresponde donde se encuentran los bienes que nos corresponden, lo que nos hace verdaderamente felices. De ser errados nuestros criterios, seguramente también erraremos en dar con nuestro puerto, a veces por mucho, y si algo de felicidad percibimos en esa equivocada ruta y en el puerto al que nos lleva será porque algún bien habrá en ella, pero será un bien escaso para crear integridad y, además, quizá mucho de ese bien sea ilegítimo para nosotros.
Entonces, qué es un bien, qué criterio tenemos sobre el bien. Para muchas personas el bien son cosas que se poseen para disfrutarlas y disfrutar o también hábitos con los que se logran los propósitos personales, empresariales y sociales, todo lo cual me parece muy aceptable, pero creo que no describe con propiedad lo que es el bien y sólo son reflejo de lo que el bien es. Bien es todo aquello que de alguna manera, es decir, pensamiento, comunicación, arte, oficio o posesión, nos integra o permite integrarnos como personas y evita empobrecernos como tal, que permite ir consolidando nuestra personalización de manera acertada y sólida. Por eso trabajar enfocadamente en función de un objetivo legítimo es un bien, pero hacerlo con descuido o pereza no lo es porque no aprovecha lo que naturalmente podemos lograr con nuestro potencial personal. Además del trabajo como tal, también es un bien pensar inteligentemente sobre el beneficio que promueven las empresas en la sociedad en lugar de desconfiar de la realidad empresarial o despreciarla. Igualmente es un bien respetar y enaltecer el trabajo de los que trabajan en la empresa porque son parte constitutiva y primordial de la misma. Así vemos que son tres, al menos, los bienes de los que hablamos en este caso; uno, el pensamiento sano y enriquecedor, otro, el trabajador como tal, empresario o empleado, que sin duda es un bien y mayúsculo, por último, la empresa misma y su desempeño.
Concluímos entonces en que ser creado, en el caso de la persona, significa ser imperfectos, entiéndase, llamados a ir conformándose para ser cada vez más íntegros, completos, ir alcanzando el mayor estado posible de perfección, de bondad, de ser un bien que ofrece bienes hasta alcanzar incluso el estado de santidad, el que llegan a alcanzar los santos que lo son por luchar en ser virtuosos en todas las virtudes, y eso cualquiera sea nuestro estado y condición: padres, hijos, trabajadores, empresarios, hombres y mujeres, casados o solteros, jóvenes o viejos. La búsqueda de ese estado, que nunca llega a ser pleno, pone en acción el sentido de nuestra vida, que muestra cada vez más sólidamente eso que somos, persona, tal como la creo Dios y que desea alcancemos. Así que preguntarnos cuál es nuestro criterio sobre qué es un bien, el trabajo por ejemplo, cualquiera sea nuestro rol, resulta por demás importante y deberíamos responder que el trabajo es una condición antropológica, una condición con la que se nace para ser desarrollada, por lo tanto un bien. Es el trabajo entonces un magnífico instrumento para hacernos cada vez más personas y ayudar a los demás en su desarrollo, por ello, pensar en el ser humano sólo como un recurso útil para el estado o la empresa nos aleja del bien, de la felicidad.
Tengamos en cuenta que estas mismas nociones sobre el bien manejadas en el ámbito del trabajo, las cuales forman criterio, son aplicables también en la familia, la Patria y los amigos. En fin, un bien es sólo aquello que de manera plácida o esforzada, siendo físico o espiritual, nos genera felicidad porque fomenta nuestra integridad personal, resulta conveniente a nuestro legítimo bienestar que trasciende a los demás.
Ángel Montiel Cristalino
crescacoach@gmail.com
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