CRECER EN MATRIMONIO
Unas oportunidades se aprovechan y otras no. Esto pasa en empresas, países, ciudades, juegos, reuniones entre amigos, en la sociedad en general y, sin duda, en matrimonios y familias. De estas oportunidades que se aprovechan o desaprovechan creo que las que tienen más impacto en la humanidad, en un sentido o en otro, son las que se dan en torno al matrimonio y la familia, no en vano se dice que la familia es la célula fundamental de la sociedad y esta es una verdad inmensa, ni más ni menos; lo he podido comprobar en gran cantidad de condiciones y de ambientes organizacionales, en todo tipo de cultura, edades, mujeres y hombres, así como según medios de subsistencia y desarrollo.
Las oportunidades que se aprovechan en el matrimonio constituyen lo que en los árboles es parte la buena savia que es llevada por adecuados conductos a las ramas, hojas y flores, todo lo cual en armónica dinámica termina en buenos frutos que benefician a todo aquel que se cerca a este árbol y come de sus frutos o que los saborea incluso a distancia. Las oportunidades que se desaprovechan resultan en ramas disminuidas cuyas hojas se encuentran limitadas en sus procesos, sus flores son escasas y el conjunto se hace incapaz de dar los buenos frutos que en su potencial se encuentran a la espera... y esperando se quedan.
Siendo el matrimonio una confortante relación que tiene en sí misma la inmensa condición de satisfacer nuestro deseo de perpetuidad y paz, dado que, además de la relación con Dios, es el único que se constituye con el fin de durar para siempre. De esta manera, resulta tal unión en una constante oportunidad de crecer para siempre, dado el despliegue de la condición inteligente y amorosa que tienen hombre y mujer. Entonces, siendo el matrimonio para siempre, puede resultar y debería resultar en una constante oportunidad de aportar un beneficio cada vez mayor para toda la humanidad a travez de la familia, el trabajo y la amistad.
Cómo puede lograrse este crecimiento que aporta esperanza y utilidad. Pues de mil maneras y con todas las personalidades, en relación con las cuales sólo tiene que dejarse fluir, como decía, la inteligencia y el amor. Veamos, hace poco un joven matrimonio me comunicaba que decidieron conversar semanalmente sobre algún tema específico que entre ambos elegirían. Concordaron en hacerlo de forma amena durante las cenas. Me decían que el fin de este acuerdo es perfeccionar y alegrar los momentos de encuentros, así como elevar su cultura para establecer más acertadamente sus propósitos de mejora personal y familiar.
Como se ve, muchas de las oportunidades deben crearse, no caerán del cielo. Habrán subidas y bajadas en el desarrollo de los propósitos, pero con el fluir de la inteligencia y del amor los frutos vendrán... y serán muy sabrosos.
ÁNGEL MONTIEL CRISTALINO
crescacoah@gmail.com

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