CRITERIOS, DECISIONES Y RESULTADOS - LOS 10 CRITERIOS ORGANIZADORES
Aquel alumno nunca supo explicar cómo llegó a formarse tan limitador criterio que sin razón le evitaba realizar de nuevo el trabajo, solamente alcanzó a decir “lamentablemente así pensaba yo”. Nuestros criterios, tanto los que utilizamos a menudo como también los de uso esporádico, los obtuvimos de dos maneras diferentes, pero en todo caso los asumimos y se encuentran dentro de la muy dinámica fórmula personal con la que enjuiciamos asuntos y tomamos decisiones. En esa fórmula aportan algún tipo de estabilidad para el bien o para desaciertos, por lo tanto será una estabilidad más o menos deseable. Algunos los hemos obtenido de fuentes externas, unas muy confiables y otras que merecen revisión para ver que tan confiables puedan ser. Otros criterios los hemos concebido nosotros mismos, como fue el caso de aquel alumno, de los cuales algunos son muy rectos, acertados, y otros convendría evaluarlos para decidir si seguiremos dependiendo de ellos.
A esta variabilidad en los orígenes de los criterios debemos añadirle, para hablar de su rectitud y utilidad, que cada quién los asume con diversos matices según las oportunidades de vida que haya tenido, del influjo de su cultura, de sus paradigmas y, además, conviene considerar que cada quién pudiera adaptarlos a lo que ve oportuno; esto hace de los criterios algo muy personal, es decir, el criterio propio tiene mucho de particular. De esta manera tenemos que cuando intercambiamos ideas o discutimos sobre asuntos de escasa relevancia poco importa cuáles son nuestros criterios y cuan acertados sean; pero cuando se trata de asuntos vitales, esto de los criterios sólidos se vuelve por demás importante; por ejemplo, cuando hablamos del momento en el que se inicia la vida en el ser humano para tratar su inviolabilidad en cualquier caso, de la naturaleza del trabajo, o de llegar a algún acuerdo en temas con serias consecuencias en el trabajo o en el matrimonio.
Entonces nuestro criterio no es el conocimiento absoluto del objeto sino lo que hemos concebido sobre él y con esa concepción nuestra vamos por la vida evaluando, enjuiciando y decidiendo. Mientras más asuma nuestro criterio la realidad objetiva más confiable será, por lo tanto, más confiable y legítimo sería el juicio que hagamos y las decisiones que tomemos.
En cuanto a los criterios, dos asuntos más. Para la formación de un criterio propio debería tomarse en cuenta los conceptos que le dan sentido, pero nos encontramos muy a menudo asumiendo criterios apenas comprendiendo los conceptos con él relacionados, conceptos por demás muy específicos y definidos. Por otro lado, aceptemos que algunas veces debemos asumir criterios diferentes a los nuestros para alcanzar un buen fin o el mismo fin; por ejemplo, si vamos a Inglaterra por una temporada, debemos asumir que allí la conducción vehicular se realiza bajo un criterio diferente al que se utiliza en muchos otros países: tendríamos un vehículo con el volante del lado derecho que debe ser conducido por el canal de la izquierda. No tengo dudas que este diferente criterio tiene el mismo propósito que en países donde no aplica: llegar con seguridad al destino. Lo cierto es que los criterios son conocimientos que hemos formado o asumido y con los cuales evaluamos la realidad.
Son innumerables los criterios que podríamos nombrar, pero como se trata de ser sencillos he tomado el riesgo de resumir en diez los criterios que considero fundamentales porque desde éstos podemos organizar o integrar todos los otros, no sólo con el objeto de tomar decisiones acertadas sino de constituirnos en personas cada vez más sólidas, amables. Este compacto resumen al menos asegura que podamos ponernos de acuerdo en relación con lo elemental, confiados en su rectitud y humanizante eficacia, condiciones estas necesarias para la integración familiar y alineación en la empresa.
Estos diez criterios organizadores se refieren a lo que pensamos sobre qué es el bien, la persona, la virtud, el carácter, la autoridad, la familia, el trabajo, la sociedad, la amistad y, por supuesto, Dios. Sé que alguno se estará preguntando por la verdad y los muy fundamentales criterios que sobre ella necesitamos asumir, pero este tema lo trato en los Principios Ejecutivos de mi programa Atiende tu Liderazgo. Entonces surge la pregunta, cuál es nuestro entendimiento sobre cada uno de estos aspectos de la realidad. Estos diez criterios los iré detallando en futuras oportunidades.
Para concluir, quisiera proponer una imagen con la que plasmar esta noción sobre los criterios, así diría que podemos imaginarlo como un árbol cuyas raíces representan conceptos válidos; el tronco estaría formado por estos diez criterios organizadores y las ramas serían todos los otros criterios; las hojas decisiones y los frutos resultados. En la lozanía de las hojas y la calidad de los frutos se verá cuán sólido y verdaderamente humano es el árbol de cada uno, se notará cuanto le cuidamos como jardinero que desea contar con elementos confiables para una buena vida que contemple trascendencia.
Ángel Montiel Cristalino
crescacoach@gmail.com

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