LOS CRITERIOS ¿QUÉ VEMOS CUANDO DOS MIRAMOS POR LA MISMA VENTANA?
El Diccionario de la Real Academia Española (RAE) es una verdadera maravilla, concuerdo con los que piensan que es la primera de ellas y de este pensar quizá hablaremos en otra ocasión. Cuánta claridad, precisión y utilidad aporta esta inmensa obra definiendo el significado de las palabras y por ello cuán de acuerdo nos ponemos cuando acudimos al diccionario. Realmente fascina la luz que aporta, por ejemplo en relación con el término criterio, señalando que es norma para conocer la verdad, para hacer un juicio, para discernir.
Entonces, se denomina criterio al concepto o norma que cada uno concibe o adopta respecto a algún tema u objeto, basado en lo cual pretendemos encontrar la verdad. Todos hemos asumido criterios mientras pasa la vida, los tiene un árbitro de fútbol, una jueza, un médico, un padre o una madre de familia, un obrero. Por eso el árbitro se atreve a decir “no hubo falta” y en ello le va su prestigio. Pero un criterio puede estar muy en concordancia con la realidad o muy alejado de ésta; así, el criterio que sobre el trabajo hemos asumido define visión, actitudes, decisiones y resultados. Por ejemplo, una persona puede pensar sobre el trabajo que sólo se trata de una actividad poco grata, que agota pero que resulta necesaria para la adquisición de servicios y bienes materiales. Otra persona, si además entiende el trabajo como condición muy natural, que es asumido libremente, que es grato aunque requiera de esfuerzo dado que le engrandece y engrandece a sus compañeros, experimentará una especial alegría y orgullo al trabajar. En cada caso se conformará un sentido de vida diferente, en el segundo mucho más pleno. En esto de evaluar los propios criterios digámonos la verdad: “Nunca tengas miedo a decir la verdad, sin olvidar que algunas veces es mejor callar por caridad con el prójimo. Pero no te calles jamás por desidia, por comodidad o por cobardía”, san Josemaría Escrivá
Estos criterios los asumimos en el transcurso de la vida de manera más o menos consciente y durante la vida nos van modelando, para bien o para mal, en un interminable acrecentamineto o detrimento; de manera que conviene pensar cuánta es la calidad de los criterios con los cuales analizamos y tomamos decisiones, así comprenderemos los resultados de hoy. Felizmente, como los criterios pueden perfeccionarse vayamos adaptándolos a la verdad, a la realidad, con suficiente sensatez. Nos advierte Frank J. Sheed que “Tomar lo que no es por lo que es, es una señal de insensatez”, por lo que sensato es aquel que ha desarrollado la capacidad de ver las cosas tal como son y actuar en consecuencia, aquellos que llaman al pan, pan, y al vino, vino; lo comen y lo beben.
Leí alguna vez que cuando dos personas miran por la misma ventana, cada una de ellas podría ver las mismas cosas de manera diferente, asunto que comparto. Entre la realidad objetiva y cómo en definitiva la percibimos se encuentra la personalidad, la cultura y las circunstancias. En fin, comprendamos que todo está siendo observado por un ser sin duda creado inmenso pero no perfecto. Por eso me gusta incluir la calidad de los criterios dentro del tema cultura porque la cultura proviene de una recreación constante.
El ser humano diseña herramientas psicológicas y físicas para preservarse y “extender” las potencialidades de su ser; así, en lo físico ha producido el martillo, por ejemplo, o un bisturí de diamante, o un teléfono celular basándose en determinados criterios. Pero ninguna herramienta se hace útil si la persona no la pone en acción. También poseemos herramientas psicológicas que influyen en la calidad de nuestra vida y yo recomiendo utilizar constantemente tres:
Promover la rectitud y precisión de nuestros criterios.
Mantener una actitud de mejora constante como persona.
Estar atentos a las cotidianas oportunidades de mejora.
Escuché decir a uno de los protagonistas de la serie Virgen River “Todos tenemos opciones, sólo debes decidir qué es lo importante.” No estoy seguro de si se refería a los fines o a los medios. Lo cierto es que debemos decidir qué es lo importante, por ejemplo, tener un hijo o tenerlo a cualquier costo. Encontramos ejemplos de opciones todo el día también en el trabajo. Se trata de descubrir, de redescubrir constantemente al ser humano, por lo que siempre podemos acudir a la pregunta “qué nos hemos hecho con la vida”, sabiendo que hemos dicho incontables veces “mi criterio es éste, así que decido hacer ésto”. Dado que la vida llama a un actuar audazmente responsable, utiliza tu propio liderazgo para revisar tus criterios y colaborar con los demás en la revisión de los suyos, por eso hablo de liderazgo integrador.
Ángel Montiel Cristalino
crescacoah@gmail.com

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