EL BIEN ¿QUÉ ES EL BIEN, LO BUENO?


Constantemente pensamos o hablamos sobre el bien. Una mamá dice al hijo, "eso que hiciste por tu hermano está bien"; o el gerente a uno del equipo, "que bueno poder contar contigo"; o aquel que dice a su amigo, "la cámara de mi teléfono es muy buena"; o el agente de tránsito reconociendo, "sus documentos están bien, puede seguir"; o, "me has dado un buen consejo"; o el profesor alentando a su alumno, "vas a ser un buen profesional"; o el amigo, "te has vuelto loco, eso no lo vas a hacer"; o en forma genérica, “eso perjudica el bien común”. En fin, el tema del bien está por todos lados y es utilizado con total soltura, de manera que parece innecesario hablar sobre cuál es nuestro criterio sobre este concepto. Sin embargo, me parece que no todos tienen precisión y claridad sobre qué es el bien y por lo tanto los criterios que cada uno conforma al respecto pueden variar muchísimo. De hecho, también escuchamos decir "qué tiene eso de malo" cuando resulta evidente que se está ante una asunto que en efecto resulta dañino; y este "qué tiene eso de malo" lo podemos referir tanto a una comida, una salida, a cuestiones morales, del cuidado del medio ambiente, de la política, de la educación y bien sea en la familia o en el trabajo, en toda relación social.


Pareciera que los tiempos hacen cambiar criterios y, en efecto, así lo hemos visto. Estos cambios pueden ser a favor de la verdad que subyace en todo criterio o contrarios a ella. Por ejemplo, los cambios respecto al cuidado del medio ambiente en los últimos años han resultado para bien; pero los cambios de criterios respecto a algunos temas de moral han sido para mal -la moral, esa especie de gramática inscrita en nuestra antropología con el propósito de asegurar que nuestra historia sea realizada y escrita correctamente- cambios que nos alejan de la felicidad y nos desintegran como sociedad. En ambos ejemplos existe una verdad indicadora de cómo deben ser las cosas, una verdad que lleva al bien y, cómo vemos, podemos afianzar nuestros criterios en ella, o no. En el primero de los ejemplos se ha ido descubriendo esa verdad, dando luz y confianza a la humanidad; en el segundo caso se está intentando tapar la verdad, obteniendo la sociedad una insana oscuridad que le genera inconformidad y temor, maldad. Se aprecia entonces necesario evaluar qué entendemos por bien, qué es lo bueno, dado que nuestros criterios pudieran estar llevándonos a una conformación cada vez más humana o, por el contrario, a una deformación. 


En esas últimas líneas se encuentra el núcleo del tema. Sin mayores complicaciones reconocemos que lo bueno es lo necesario, lo que debe ser según nuestra naturaleza y que, por lo tanto, estamos llamados a mantenerlo o incorporarlo en nosotros mismos. Un notable ejemplo es el de los padres, que procuran con muy diversos esfuerzos hacer las cosas de manera que resulten en un bien para sus hijos; o un buen gerente que quiere acompañar a su equipo en la óptima realización de la misión de la empresa para que se desarrollen más como personas mediante el trabajo. Vemos sin dificultad que para qué las cosas sean lo que deben ser necesitan de un orden que armoniza las partes que las componen: una cama, un quirófano o una plataforma de lanzamientos espaciales. Entonces, en nuestro caso, el bien es toda realidad que nos hace realmente felices dado que corresponde a nuestra naturaleza y a nuestra condición existencial. Evitemos desperdiciarnos procurando falsos bienes o bienes que no nos corresponden.


También notamos el tema del bien en contraste con lo mal que anda el mundo, e intuimos que seguramente aspectos importantes en él no guardan orden o le faltan partes. Sabemos que no podemos ver este asunto sin relación con nosotros y entendemos que algo nos corresponde hacer para recomponerlo. En cuanto a cada uno, un buen comienzo para cambiar esa situación sería revisar nuestros criterios sobre el bien, porque de que sea un buen criterio depende nuestra humanidad. Seguramente será conveniente hacerlo acompañados de un buen amigo, de una persona bien formada que realmente se preocupe por nosotros y de nuestro feliz futuro; acompañados resulta más fácil evitar la soberbia que nos lleva a volver constantemente sobre nosotros mismos para reafirmar sin ton ni son lo que ya creemos. Acompañados de alguien que de buenas a primeras, de sopetón como se dice en mi tierra, para entrar en el tema nos preguntara ¿quién es Dios y qué es para ti el Ser Humano? Si respondemos, el Ser Humano es “el mayor bien creado sobre la tierra”, quizá algunos lleguen a desear que el amigo no nos preguntara ¿por qué lo es? y que es mejor pasar a conversar sobre la fiesta del próximo sábado. 


Cuando decimos "este instrumento sí que es bueno", lo decimos porque vemos que cumple cabalmente con su función, tiene en sí todo lo que corresponde a esa función y responde como tal, incluso llegamos a decir que es perfecto aunque sabemos que si fuera perfecto no harían falta las sucesivas versiones del mismo, esas que siempre estamos esperando. Pero en el caso de nosotros, los humanos, cuándo y cómo podemos decir “este tipo sí que es bueno”. Tengamos en cuenta que cuando Cristo dijo “sólo Dios es bueno”, se refería a que Dios ya tiene y siempre tuvo en sí mismo absolutamente todo lo que perfectamente corresponde a su naturaleza, que es Todo Poder y Amor: ese es Dios; el supremo bien, por lo tanto nuestra naturaleza que busca hacerse aspira poseerlo. Nosotros, que somos imperfecta imagen y semejanza suya, debemos complementarnos en el transcurso de la vida con las diversas “partes” que son buenas para nosotros porque desarrollan virtudes, somos buscadores de virtudes.


En lo material es bueno para nosotros, por ejemplo, consumir los alimentos propios de nuestra naturaleza y desechar los que nos dañan; llamaremos buenos a los primeros. En lo espiritual llamaremos buenas aquellas "cosas" que nos hacen amables, respetables, cada vez más humanos, más poderosos en la bondad y agradecidos por poder serlo. No es lo bueno simplemente el valor otorgado a una acción, sino que una acción vale como buena porque procura lo necesario a cada ser. Entonces descubramos cuál es nuestra real gramática humana en todo sentido, porque pensar que cualquier manera de escribir puede ser buena según lo que a cada quién se le ocurra, es inhumano. En principio debemos decidir si aceptamos que esa gramática estaba allí cuando nosotros llegamos para que libremente la asumiéramos en razón de nuestra felicidad, o decidir hacer las cosas por nuestra propia cuenta sin concierto alguno y crear caos. Y ojo, que “la verdad os hará libres”. Actuemos inteligentemente en caso de dudas sobre cuál es nuestro bien, consultemos, y cuando nuestra inteligencia pida más razón consultemos al que es Modelo y Maestro: Cristo, quién seguramente nos dirá "revisa los 10 mandamientos y luego seguimos hablando". Veremos que no se puede hablar de bien sin hablar de Dios y notaremos que libremente hacemos cosas buenas porque con ese potencial fuimos creados.

Ángel Montiel Cristalino

crecacoach@gmail.com

Comentarios

Entradas populares de este blog

CRECER EN MATRIMONIO

LA PERSONA ¿CUÁL ES TU CRITERIO SOBRE PERSONA?

LOS CRITERIOS EN EL TRABAJO - QUÉ ES EL BIEN II